Hace poco, viendo vídeos musicales en la tele, salió a colación una de esas listas de «lo mejor de». En esta ocasión se referían a los mejores guitarristas y apareció The Edge. Ante mi bufido de cabreo, mi pareja me comentó que puede que el guitarrista de U2 no sea un virtuoso, pero de lo que no hay duda es que ha acuñado un sonido propio y reconocible. No pude, claro, sino darle la razón.
Pero si hay un grupo que a lo largo de la historia, se ha hecho con un sonido propio, ese grupo son sin duda los Rolling Stones, Sus Satánicas Majestades, los gamberros de Londres que pusieron a sus pies a la juventud de medio mundo durante la mágica década de los sesenta. Pueden grabar lo que quieran y disfrazarlo de psicodelia, de dance, de reggae o de funk. Pueden jugar al despiste y explorar nuevos territorios, pero por mucho que lo intenten, una canción de los Rolling siempre suena a los Rolling.