miércoles, 10 de noviembre de 2010

Back to clasics: Back Spacer, por Pearl Jam

Me reconcilié con Pearl Jam en el Azkena Rock Festival de 2006. Sí, puedo decir que estuve allí, en uno de los mejores conciertos de mi vida, siendo azotado por los muchos recuerdos y emociones que se agolpaban en mi cabeza provenientes de los años en los que Vs. (1993) y Ten (1991) desgastaban el cabezal del walkman. Años después empecé a obviarlos y casi olvidarlos. Hasta 2006. En aquel concierto, abrazado a mis amigos, ebrio de sustancias, cantando «Rockin' in the free world», volví a creer.

El haber crecido con ellos —no junto a ellos— me permite valorar Back Spacer desde la perspectiva de mi generación; se me antoja al escucharlo que es a nosotros que va dirigido este álbum, a quienes fueron jóvenes entonces pero hoy son ya señores y señoras que empiezan a peinar canas, con su curro y su hipoteca, con hijos por los que preocuparse y que, la mayoría, se han apartado ya de la vida del fan del rock and roll. Salir a quemar la ciudad tras un concierto en un garito quedó atrás, los años de furia se fueron, vano es el pretender recuperarlos.


«Gonna see my friend», arranque roquero del mejor disco que Pearl Jam han parido en mucho tiempo.

Pearl Jam vuelven a las manos de Brendan O'Brien, su productor de antaño (produjo todos sus discos entre Vs. y Yield), pero hoy es hoy y el rock de Pearl Jam no es que suene descafeinado, sino que ya no posee la fuerza de sus álbumes de antaño que, dicho sea de paso, nunca contaron con una producción cruda, más bien todo lo contrario. Pedirles eso a Pearl Jam a estas alturas es, entiendo, ingenuo y totalmente alejado de la realidad. Y así es que el brioso inicio con «Gonna see my friend» y «Got some» pronto se relaja entre medios tiempos y un rock más reposado y melódico. Es esta faceta la mejor del disco, en mi opinión, y «Amongst the waves», «Speed sound» y «Unthought known» pueden compararse honrosamente con clásicos del calibre de «Alive», «Daugther» o «Garden», mientras que el tono intimista de «Just breathe» y «The end», remite irremediablemente al reciente Into the wild (aquí Hacia rutas salvajes) de Eddie Vedder.


«Unthought known», medio tiempo con arrebato roquero. De lo mejorcito del disco.

Aunque no quisiesen serlo, aunque renegasen de ello —y a Eddie Vedder el éxito le costase una depresión de caballo—, siempre fueron el grupo con más posibilidades comerciales, y es un decir, de la oleada grunge de los noventa. Y conforme los años van cayendo, conforme se apaga el ímpetu juvenil, salirse de ese rol es complicado. Pearl Jam se han adaptado a él y han acuñado un estilo maduro que se ajusta como un guante a lo que se espera de ellos. Ahora, al menos, nos ofrecen productos de una calidad acorde con su leyenda. Y eso es de agradecer.


«Just breathe», ¿pensando en Into the wild?.

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