lunes, 8 de noviembre de 2010

Motociclón: aireando el barrio de Gentuza

Esta vez, sí o sí, Motociclón van a petarla. Seamos optimistas. Y aunque al final no asalten los medios, por lo menos dejarán definitivamente atrás el sambenito de grupo de coña, de ser los «Puturrú de Fuá» del rocanrol, como nos decía el propio Robértez en una reciente entrevista que grabamos Mordor Sonoro el domingo 31, la misma noche de los muertos. Allí me regaló un vinilazo de su último disco, Gentuza, que ha estado echando humo en el tocata desde ese domingo, y ahí sigue, perennemente colocado, en el top one de discos que día sí, día también, siempre me apetece escuchar.


«Autofelación», dejándolo clarito: se acabaron las coñas. Temazo de power-guitar-punk a lo Judas Priest.

Vuelven pues los ciclones con los ánimos renovados y los zurpos preparados para seguir trinchando ojetes, cargando contra la estupidez con diez nuevos himnos de furia guitarrera y lengua afilada, hastiados de caminar entre tanta gentuza; entre picoletos, empresarios y politicastros, entre los listos de turno, los antifas de pastel y las explotagüebos, calaña que no es más que carne de recortá y que mejor terminan sus días tirados en un descampao, por bocachanclas y esquiroles. Canciones que son auténticas crónicas quinquis, que sólo pueden ser escritas por quienes han chupado barrio desde chinorris, por quienes han sorteando a los travelos para poder echar un polvo («Comiéndote el ojal en un 127 abandonao»), han visto batallas campales más chungas que el duelo de O.K. Corral («Poblao calé on fire») y han pasado días de resaca entre Almax y paracetamoles («domingo katacroker»).


«Antifa de pastel», y es que gentuza y flipados hay en todos lados.

Musicalmente ya sabemos donde están; destilando ese heavy punk que se mueve entre Thin Lizzy y Cicatriz, entre Judas Priest y la Trapera, siguiendo la estela de Costras y tachuelas, quizá con un sonido un poco más limpio y pulido, pero donde siguen teniendo cabida letras memorables, riffs brutales y solos de fliparlo, llevados al runrún de la base rítmica más versátil que hay hoy en los Madriles (con permiso de Los Coronas/Sex Museum), que dejan los temas más guapeaos que un gitano en un día de bodorrio.


«Comiéndote el ojal en un 127 abandonao», amor chungo y sexo cerdaco.

Sabemos que no van a aparecer en las radiofórmulas ni en ese bodrio televisivo que es el programa de Pablo Motos. Si existiese algo de justicia divina, ellos estarían allí; pero amigo, a dios gracias, el barrio tiene sus propias reglas y se rige por leyes ajenas a las de la mercadotecnia. Y la gente del barrio, perros viejos con mucha calle encima, sabe que grupos como éste son necesarios y que hay que seguirles con la devoción que merecen. Y allí, entre su gente, Motociclón son los jefes. Y punto.

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