No es ningún secreto mi debilidad por la música que se hace en Euskadi y Navarra. Ya sea en euskera, castellano o inglés, no creo que haya motivos para rechazar una música hecha en un idioma que no entiendes. Me refiero al euskera, claro. Siempre me ha resultado curioso que la gente me pregunte extrañada el porqué escucho música en euskera pero no me lo pregunten si esta es en árabe, francés, alemán o islandés.
Pues sí, no creo que un idioma sea un impedimento a la hora de escuchar música. Además, me gusta la sonoridad del euskera. A la gente le suele parecer un idioma muy seco, duro y agresivo, pero a mí me parece una lenga con una musicalidad sorprendente. Como el árabe, que hablado fluidamente es una lengua muy melódica e hipnotizante.
Como decía arriba, me interesa mucho la música hecha en Euskadi, sea el estilo que sea. Dentro de la canción de autor (o folk, si queremos llamarlo así) no es Imanol uno de mis platos preferidos. Me parece que tiene una voz muy bonita y que la emplea bastante bien, pero su música me parece aburrida, incluso un tanto pretenciosa e intelectualizada. Prefiero otros cantautores como Anari, Jabier Muguruza, Ruper Ordorika y, por supuesto, Mikel Laboa, auténtico gigante y patriarca indiscutible de la canción vasca.
«Haika, mutil», de Mikel Laboa (arriba) y «Martin Larralde», de Ruper Ordorika (abajo). Fijáos en la primera, de 1974, con esa segunda parte absolutamente vanguardista, que ni las violas de John Cale en la Velvet Underground.
Como he dicho más arriba, no es Imanol mi cantautor favorito, ni mucho menos, aunque Mea kulparik ez tiene sus cosas buenas. Me gusta cuando canta con el mínimo acompañamiento: las canciones sólo vestidas con su voz y un piano llegan a emocionarme, pero cuando entra en devaneos jazzísticos y blueseros me termina aburriendo. El ejemplo perfecto son las dos partes de «Udazkena», canciones que abren el disco:
«Udazkena» (II y I), de Imanol. Fijáos en el contraste entre la segunda parte y la primera. Curiosamente, la primera es «Udazkena II» y la segunda «Udazkena I».
Imanol, de familia vascoparlante, militó a finales de los sesenta en ETA, motivo por el que fue encarcelado y que le llevó al exilio en Francia hasta que la amnistía de 1977 le permitió volver a Euskadi. En París comenzó una larga amistad con el gran Paco Ibáñez, amistad que le acompañó hasta su muerte en 2004. En Mea kulpariz ez, el cantautor valenciano aparece en «Ilun-ikarak», poniendo su voz a la preciosa y melancólica letra del escritor Mikel Arregi. La dulzura de Ibáñez y la delicada instrumentación le dan a esta canción una atmósfera de ensueño, de canción de cuna, de cuento mágico.
«Ilun-ikarak», a dúo con Paco Ibáñez, amigo y compañero eterno.
En 1985, el rock radikal vasco era la nueva realidad en Euskadi. Ese mismo año, tras un concierto de Imanol en la cárcel de Martutene, Joseba Sarrionandia (reconocido escritor y poeta en lengua vasca) y Mikel Pikabea, ambos presos por su militancia en ETA, se fugaron escondidos en los bafles. Imanol fue investigado por el suceso, de la misma forma que Kortatu y Barricada, que habían tocado en esa misma cárcel unos meses antes. El episodio de la fuga inspiró uno de los himnos en euskera más conocidos en todo el mundo: «Sarri, Sarri».
«Sarri, Sarri», de Kortatu, hoy todo un himno de la música popular estatal.
En 1986, el año en que se publicó Mea kulparik ez, Imanol participó en el concierto homenaje a Yoyes, acto que le distanció de parte de la izquierda abertzale de la época. Nunca llegó a renegar de su condición de vasco y siempre defendió el derecho de autodeterminación, pero su viraje ideológico (actuó, por ejemplos, en actos de la plataforma ¡Basta Ya!) hizo que llegasen a aparecer pintadas insultantes en su propio portal, lo que le llevó, según el mismo dijo, a exiliarse fuera del País Vasco. En «Neure euskaltasuna», Imanol hace apología de su vasquidad, alejada esta de los parámetros racistas con que el nacionalismo vasco tradicionalista, representado por el PNV, mide el grado de pureza de los vascos.
Nire euskaltasuna baso bat da,
eta ez du zuhaitz jenealojikorik.
...
Nire euskaltasuna bertso bat da,
eta ez du txapelik.
Nire euskaltasuna pekatu bat da,
eta ez du mea-kulparik.
Mi vasquidad es un bosque
y no tiene árbol genealógico.
...
Mi vasquidad es un verso
y no tiene árbol genealógico.
...
Mi vasquidad es un verso
y no tiene txapela.
Mi vasquidad es un pecado
y no tiene mea culpa.
«Neure euskaltasuna», bellas palabras presas de una horrenda música.
Sólo una cosa más me gustaría comentar. Según el LP cayó en mis manos lo primero que pensé (lo segundo, corrijo, lo primero fue «Buf, el coñazo de Imanol») fue que, si Mea kulparik ez se hubiese publicado hoy, no habrían dejado que fuese con esa portada (¿recordáis el reciente caso de las fotografías de Brooke Shields?), protagonizada por una preadolescente que destila una mezcla de ternura y erotismo, aspecto acentuado por el maquillaje de sus facciones. Una imagen poderosa que parece decir más de lo que enseña a simple vista. Parece construida con un lenguaje simbolista no exento de poesía visual. Pero no tengo ninguna duda en que los fariseos de la corrección política habrían pasado por alto las cualidades poéticas de la imagen y habrían saltado como lobos, al grito de «¡pederasta!», al cuello del autor.
Imanol murió fuera de su hogar, en Orihuela, en 2004.
Imanol, Mea kulparik ez**** Discográfica: Elkar
**** Referencia: ELK-132
**** Formato: LP
**** Año: 1986
Este es mi LP número 219
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