jueves, 20 de mayo de 2010

Jason & The Scorchers: bolazo y discazo



El de la pasada noche en El Sol fue, para mí, uno de los bolos más esperados de los últimos tiempos: Jason & The Scorchers están de vuelta al ruedo. Y dejaron claro que quien tuvo retuvo: siguen dejándose la piel sobre las tablas. Lo de que el tiempo no pasa en balde no parece aplicarse a los de Nashville, sólo en las arrugas de sus rostros son visibles los más de diez años que han pasado desde que entregaron su último disco de estudio Clear Impetous Morning (1996). Incontestables en el escenario, el concierto avanzó como un auténtico vendaval dirigido por Jason Ringenberg, quien ejerció de carismático maestro de ceremonias. Se ha repetido hasta la saciedad, pero no es menos cierto: el talludo cantante aúna la elegancia de Hank Williams con los delirantes espasmos de Iggy Pop, o quizá, John Lydon. Y a su lado el exquisito prestidigitador de la Telecaster Warner E. Hodges, anoche realmente inspirado y tocado por la mano de los dioses (Richard-Young-Hendrix), jefe absoluto de un estilo que prácticamente ha inventado él.

Además, los Scorchers vuelven con discazo. No es esta una reunión de abuelos cebolleta que entregan, como pobre excusa, un disco en el que dilapidan su reputación pretérita. No. Los Scorchers han irrumpido con alardes, como forajidos abatiendo las puertas de un saloon de mala muerte, con un nuevo disco bajo el brazo, Halcyon Times, que se deja comparar, sin rubor y sin desmerecer, con lo más granado de su discografía de los ochenta.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Antología de Smoking Room


Javi, María y Pablo eran Smoking Room. Quedaban los fines de semana en casa de los padres de María y tallaban piedras preciosas en forma de canción pop con una facilidad pasmosa. Ellos no lo sabían ni lo pretendían pero eran uno de los mejores grupos de por aquí. Su música estaba llena de sentimientos de amistad, alegría, diversión, cariño, sentido del humor, inteligencia y melancolía. Nunca tocaron en directo (a pesar de mi insistencia) y sus dos maravillosos cds sólo los disfrutamos los más allegados, algo que esta antología pretende cambiar.
Las palabras de arriba proceden de las emotivas notas que escribió Jose (Atomizador, Biko, etc.) para el recopilatorio de Smoking Room, editado por Afeite Al Perro, que recoge Adiós Navidad (2003) e Inaudito (2004), sus dos CDs editados, y una cinta de casete que el grupo le regaló a Jose con ensayos y canciones inéditas.

lunes, 17 de mayo de 2010

Atomizador y Boru Boru: vómito en los campos de fresas



Campos de fresas es la nueva entrega de Afeite Al Perro, un trabajo compartido por Atomizador y Boru Boru empaquetado en cinta de casete. Como viene siendo habitual, continente y contenido son exquisitos. Ya he hablado de los cuidadosos y artesanales diseños de los productos de Afeite Al Perro y este caso no es una excepción: portada con dibujo 100% HAZ, cinta decorada con spray y etiqueta pintada a mano. Ahora, que lo que encontremos dentro nos guste o no, eso allá cada uno con sus gustos, filias y fobias.

Vainica Doble, Daniel Johnston, los Beatles, Minor Threat, Brian Eno, los Avengers y Hüsker Dü son la arcilla de la que parte Atomizador. Como un demiurgo, con paciencia, esculpe esa arcilla, la estira, deforma y cuece delicadamente para devolvernos un producto, en ocasiones irreconocible, que parece salido de únicamente su personal universo sónico, donde el folk bizarro, el hardcore y la sensibilidad electrónica se unen en extraño matrimonio.

lunes, 10 de mayo de 2010

Las oreos vascas según Bizardunak

Euskal Herriko Oreoak es el segundo trabajo editado a nombre de Bizardunak. Los barbudos nos entregan tres nuevos temas de trepidante punk-folk-rock. Como en su anterior trabajo se sirven del folclore irlandés para golpear, duro y la encía, al establishment, en forma de policías, periodistas, músicos subvencionados u... oreos.

¿Oreos? Sí, como las conocidas galletitas. Según nos contó Josemari en la entrevista que le hicimos para Mordor Sonoro, oreo era una forma despectiva que tenían los negros para referirse a los que no eran negros auténticos, sea lo que sea lo que eso signifique; negros por fuera y blancos por dentro. Bizardunak recogen el insulto y lo utilizan para aquellos que son vascos por fuera y españoles por dentro, incluidos aquellos de los que Lendakaris Muertos se mofaban con su «¡Gora España!».

domingo, 9 de mayo de 2010

Eli "Paperboy" Reed: si lo quieres, tómalo



Otra vez con él. Eli "Paperboy" Reed vuelve a estar en la picota. El motivo: nuevo disco. Y nuevo single, claro. Los dos con el mismo nombre: Come and Get It.

Hace unas semanas tuve una oferta de una gran superficie que me fue imposible de rechazar: comprando el nuevo CD de Eli, un single de regalo. De camino hacia allí, mi pareja y yo hicimos una parada en una de esas grandes cadenas de electrodomésticos que ahora, además, venden discos. Me ha resulta curioso. Si las ventas de discos están tan mal y bla, bla, bla ¿qué hace una cadena de electrodomésticos vendiendo discos, películas y libros? Allí, además de comprarme el Fork in the road vi el CD un par de euros más barato. Pero sin el single, claro. Como me conozco, decidí seguir el plan original; iba a terminar comprándome el sencillo de una forma u otra, así que lo pensé así: los dos euros de más, bien los vale un 7".

sábado, 8 de mayo de 2010

El nuevo single de Los Chicos: serán feos, pero tienen clase



Recién calentito que me compré este single. A finales de diciembre estaba en las tiendas; en mi poder, a mediados de enero. Sí, soy un adicto a Los Chicos. Escrito así, con mayúsculas; decir que eres un adicto a los chicos suena como distinto.

Es esta una adicción que arrastro desde que les vi en el primer Grande Rock. Eso significa primer fin de semana de agosto de 2006. Al día siguiente de su concierto, esto es, unas horas después, fui corriendo al puesto de mercadería a hacerme con lo que tuviesen. Y lo que tenían era su segundo disco, Fat Spark!! (2005), que estuvo el resto del verano girando en el plato día sí, día también.

Fue llegar a casa y, claro, como loco a pincharlo. Una gozada, un nuevo temazo («We sound amazing but we look like shit») y una revisión de «Wreckin' Rome», que ya apareció en su primer disco Shakin' & Prayin' (2003). Las dos, puro party boogie rock and roll, al nivel de trallazos como «Muddy Muddy», «Sheep attack», «Party train» y «Sinner's river», que ya son clásicos en sus conciertos, verdaderas muestras de comunión entre grupo y público que los convierten en auténticas catarsis de rock and roll.

jueves, 6 de mayo de 2010

Hendrik Röver y El espíritu de Buck Owens

Soy un consumidor compulsivo de música. Por eso me compro (compraba; ya sabéis, cosas de la economía) muchos discos, pero nunca había pagado por descargarme música. Hasta este pasado lunes.

Comprar un disco es un ritual casi religioso. La excitación al salir de la tienda con un nuevo disco bajo el brazo, la emoción al rasgar el envoltorio (normalmente lo hago de camino a casa, las ansias me pueden), leer las notas, hojear el libreto y, por fin, poner el nuevo tesoro en el reproductor y que el torrente sonoro que sale de los altavoces lo inunde todo; todo lo que tiene de litúrgico comprar un disco se esfuma con una descarga digital. Con un click. Llamadme anticuado, pero es lo que hay. Además está el hecho de que con las descargas vuelven a vendernos la moto y a inflar precios que sólo benefician a los intermediarios, a aquellos que nada aportan a la creación artística. En i-Tunes o Amazon descargar una canción tiene un precio aproximado de un euro. A más de diez canciones por disco, pagamos lo mismo que por un disco de verdad. No merece la pena.

Dando vueltas por internet he terminado encontrando, El espíritu de Buck Owens vía descarga digital, un single de Hendrik Röver con dos canciones no incluidas en Esqueletos, primer disco en solitario del líder de Los Deltonos. Como el precio me ha parecido más que razonable, he optado por pagar y me lo he descargado.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Neil Young on the road (again)



Siempre me lo he preguntado: ¿soy un fan de Neil Young? Tengo una colección suya bastante aceptable, más de una veintena de referencias que comprenden casi todos sus trabajos de los setenta, la primera mitad de los noventa y sus últimos discos desde Greendale (2003). De la ominosa década de los ochenta sólo Trans (1983) y Freedom (1989) aparecen en mis estanterías. Soy lo bastante fanático como para desplazarme a Barcelona o Lisboa para verle, pero no tanto como tener los tragaderos de asistir al Rock in Rio. Tampoco suelo dejarme los veinte euros que suelen costar sus nuevos discos; normalmente los descargo y espero hasta que su precio sea más asequible. Eso sí, ascienden al número uno de los discos-pendientes-de-escuchar y durante unas semanas les dedico un tiempo casi exclusivo, empapándome de las canciones y dejando que me seduzcan a poquitito.

Las primeras escuchas de Fork in the Road (2009) me decepcionaron. En la ya pasada década Young nos deleitó con discos enormes como Prairie Wind (2005) o Chrome Dreams II (2007), este último un excelente trabajo que, en mi opinión, alcanza el mismo nivel que obras imperecederas como Zuma (1975) o Ragged Glory (1990). «Love to burn», «Cortez de killer», «Love and only love», «No hidden path» y «Ordinary people» son piezas inconmensurables, de épicos desarrollos, de excitantes y extensos devaneos guitarreros para mayor gloria del canadiense. Esa faceta suya que tanto me maravilla está ausente en Fork in the Road. Lo que encontramos aquí es un álbum de carretera, urgente, de rápida cocción, en el que el canadiense nos sirve en el menú su faceta más roquera; es el suyo un rock poderoso de guitarras incisivas, espoleado por la efectiva y versátil base rítmica de los veteranos Rick Rosas y Chad Cromwell.
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