jueves, 26 de noviembre de 2009

Boris Sujdovic y la aplastante simplicidad de Fuzz Machine



No fueron los Sex Pistols, ni los Clash, ni los Ramones quienes prendieron la mecha del punk australiano.


La crudeza primitiva y salvaje de The Stooges cambió a toda una generación de músicos australianos. Mientras AC/DC revolucionaban el mundo del hard rock escribiendo clásico tras clásico, otras bandas como Scientists, Birthday Party, Radio Birdman y Beasts of Bourbon fueron las encargadas de hacer evolucionar el legado stooge hasta cotas de oscuridad insospechadas para sus propios creadores. De estas cuatro bandas saldría lo más granado del rock australiano de las dos últimas décadas. Kim Salmon, Roland S. Howard, Nick Cave, Deniz Tek, Spencer P. Jones, Rob Younger y, quién lo iba a decir, Boris Sujdovic.

No es ningún don nadie de quien hablemos, a pesar de que pocos reconocerán ese nombre. Sujdovic, tras pasar por un par de bandas de menor calado, terminó en 1980 de bajista en los Scientists, una de las bandas pioneras del rock australiano. Kim Salmon, miembro fundador, se valió de Boris para reformar a la banda y, juntos, se trasladados a Londres. Allí desarrollaron su malsano sonido combinando la urgencia de los Stooges con el tremendismo de The Gun Club y la oscuridad de The Cramps; dando una vuelta de tuerca al swamp rock, golpeando a su audiencia con canciones tan densas y negras como la pez. Canciones viscerales en las que destacan, precisamente, las sencillas pero intensas líneas de bajo de Boris, dotando a las composiciones de Salmon de unas atmósferas tan densas que estas casi se pueden masticar. Corresponden a esta época discos fundamentales como Blood Red River (1983) y This Heart Doesn't Run on Blood, This Heart Doesn't Run on Love (1984).


«We Had Love» de los Scientists, en el que se escuchan sus líneas maestras. Base rítmica compacta, guitarras fieras y los aullidos de Kim Salmon.

En el 85 abandonó Londres y los Scientists, centrándose en su nuevo puesto en los Beasts of Bourbon, grupo en el que ejerció de bajista hasta 1991, coincidiendo con la época de máximo éxito del combo. De este grupo ya hablaremos largo y tendido en mejores ocasiones. Después formó un par de grupos de los que poco sé: Dubrovniks y Black Dirt.

Y en 2007 apareció, por sorpresa, esta pequeña joya que es Fuzz Machine.

Seguro que os ha ocurrido a veces. Fuzz Machine es uno de esos discos que he tenido muchas veces en la mano, a punto de ser comprado hasta que, en el último momento, me decido por otro y vuelvo a depositar el disco en la cubeta. Me ocurre a menudo, pero tarde o temprano termino por comprar el disco. Bien, el pasado lunes (día 23) curioseaba por una gran superficie que suelo frecuentar a la caza de discos. No buscaba nada, simplemente pasaba el rato viendo novedades y nuevas ofertas. Curioseando por la cubeta de vinilos, apareció Fuzz Machine con una etiqueta que aseguró la compra: «Oferta. 5,95».

Tras un par de días sin poder pincharlo, bajo ansioso la aguja y nada más comenzar «Primitive Man», el sonido que arrojaban los altavoces me golpeó de inmediato; estaba escuchando a Ron Asheton unido en salvaje jam con Suicide.


«Primitive Man», KO en el primer asalto.

Lo más sorprendente es que, siendo Sujdovic un bajista consagrado, el álbum se limite a voz, guitarras y baterías a golpe de caja de ritmos (aparece en los créditos como Franki the Machine). Las canciones son simples, primitivas, construidas alrededor de un beat básico sobre el que se agolpan un par de capas de guitarras que parecen tejidas con alambre de espino, y la voz de Sujdovic, que suena arrastrada y remisa, escasa en quiebros y plana en su modulación; la voz de quien expone sus penurias con resignación.


«Give Up», la canción drogata, aceptación de que la heroína ha ganado la guerra (¿acaso hubo alguna vez ganas de presentar batalla?). No esperéis melodramas de Lou Reed, el éxtasis cuasi apologético de Nacho Vegas o el rechazo moralista de Neil Young.

Despojadas de efectismos y arreglos innecesarios, en estas canciones no hay odio. No le mueve la misantropía a la hora de perpetrar estos intensos fogonazos. Seis canciones como seis balas, justo las que caben en el tambor de un revólver, que se expanden en tu cerebro gracias a la fiereza de la música atronadora. Y mientras, la voz Sujdovic se cuela por los huecos que la guitarra deja por rellenar, hablándote de forma simple y directa; las letras parecen aforismos desprovistos de moraleja, fatalismo y victimismo.


«Never Let You», el recuerdo del amor perdido pervive en los sueños. Como si nunca se hubiese ido.

Esto es lo que hay. Después de todo, Boris Sujdovic no es más que un hombre primitivo.


Boris Sujdovic, Fuzz Machine
**** Discográfica: Bang! Records
**** Referencia: LP022
**** Formato: mini LP a 45 rpm.
**** Año: 2007

Este es mi mini LP número 14

2 comentarios:

  1. Que sucio!!!! que guapo!!!!

    Menos mal que hay quien nos enseñe estas cosas...... MAESTRO!!!!

    ResponderEliminar
  2. ¡Gracias tron! Sucio es la palabra, sí. Además es esa deliciosa sencillez la que me atrapó a la primera.

    Y es que hay veces que la gente se complica por complicarse.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...